Imagina por un momento a Lucía y Marcos, una pareja que llegó a mi consulta después de meses de discusiones tensas y silencios incómodos. Lucía recuerda cómo al principio disfrutaban conversando hasta la madrugada; sin embargo, en algún punto sus conversaciones se convirtieron en monólogos defensivos. Marcos se queja de que “ya no le entiende”, mientras que ella confiesa que se siente juzgada cada vez que intenta expresarse. ¿Te suena familiar? Esta historia es el hilo conductor de muchas relaciones: las expectativas, las suposiciones y los miedos empiezan a hablar por nosotros y, cuando nos damos cuenta, hemos perdido la capacidad de escucharnos.

Pareja conversando en terapia

No es casualidad que las dificultades de comunicación figuren entre las principales razones por las que las relaciones de pareja terminan. El análisis de la National Survey of Sexual Attitudes and Lifestyles (Natsal‑3) mostró que más del 60 % de quienes se separaron de su cónyuge o pareja conviviente mencionaron “problemas de comunicación” y “distanciamiento progresivo” como factores decisivos【772358988539175†L54-L70】. Esta constatación, que fue difundida por la University College London, subraya la importancia de fomentar habilidades de comunicación y resolución de conflictos (UCL, 2019). La buena noticia es que estas habilidades se pueden entrenar.

¿A qué nos referimos con “problemas de comunicación”? No siempre se trata de discusiones fuertes, sino de patrones más sutiles. Un estudio de la clínica Therapy Central concluyó que entre los signos más habituales se encuentran evitar conversaciones incómodas, interpretar negativamente las intenciones del otro, no escuchar activamente, responder con críticas o defensas y ofrecer respuestas lacónicas【85502061306163†L181-L204】. De hecho, el 42 % de las personas encuestadas identificó “no escucharse mutuamente” como la causa más frecuente de sus discusiones【85502061306163†L195-L200】. Cuando este tipo de dinámica se vuelve crónica, genera resentimiento y distancia emocional.

La investigación de Lavner, Karney y Bradbury sobre parejas casadas demostró que las parejas con mayor insatisfacción matrimonial tienden a mostrar más conductas negativas (interrupciones, sarcasmos, descalificaciones) y menos conductas positivas (validación, empatía, afecto) durante los conflictos【673482515374995†L184-L193】. Además, la comunicación y la satisfacción se influyen recíprocamente: a veces una comunicación negativa precipita la insatisfacción, y otras veces la insatisfacción hace que la comunicación se deteriore【673482515374995†L170-L241】. Si no intervenimos, se forma un círculo vicioso que erosiona la relación.

Como terapeuta de tercera generación, he visto cómo los enfoques contemporáneos de la terapia cognitivo‑conductual no se limitan a modificar pensamientos, sino que consideran el contexto y la función de la conducta, promoviendo la aceptación y la atención plena【333282929123117†L140-L149】. Un modelo que me inspira especialmente es la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT). ACT propone que la salud psicológica no consiste en eliminar el malestar, sino en desarrollar flexibilidad para convivir con él y construir una vida basada en valores. Este enfoque se apoya en seis procesos: la defusión cognitiva (ver los pensamientos como eventos mentales y no como verdades absolutas), la aceptación de emociones, la atención al momento presente, el contacto con valores profundos, la acción comprometida y el sentido del yo como contexto【485339753850544†L60-L81】. Cuando se aplica a parejas, ACT ayuda a transformar patrones de comunicación desde la reactividad hacia la autenticidad, fomentando empatía, regulación emocional y una conversación alineada con valores compartidos【485339753850544†L100-L126】.

¿Qué dice la investigación sobre la eficacia de ACT en relaciones? Un estudio experimental de Hawrilenko y colaboradores evaluó un programa breve para parejas y encontró que los cambios tempranos en aceptación predecían aumentos posteriores en la satisfacción marital【228988165492894†L131-L151】. Esta mediación sugiere que cultivar la aceptación (propia y del otro) permite sostener una relación saludable incluso cuando persisten diferencias importantes. Además, en ACT entendemos que una emoción “negativa” no es un enemigo a combatir, sino información valiosa sobre nuestras necesidades y valores.

Volvamos a Lucía y Marcos. En terapia comenzamos a practicar la escucha activa, enfocándonos en describir nuestras experiencias sin juzgar. Una de las metáforas que más les ayudó fue imaginar su relación como un jardín. Cada conversación es una semilla: algunas germinan como flores porque las cuidamos con agua y paciencia, otras se marchitan por falta de atención. No podemos controlar el clima (las circunstancias externas), pero sí podemos comprometernos a cuidar el jardín (la relación) con valores como el respeto, la honestidad y el amor. Cuando Marcos logró sostener el silencio incómodo sin interrumpir a Lucía, y ella se permitió compartir sus miedos sin exigir respuestas inmediatas, algo cambió: el jardín volvió a florecer.

Te propongo algunas claves para transformar la comunicación en tu relación:

  • Escucha con curiosidad. En lugar de preparar una respuesta, dedica unos minutos a escuchar los sentimientos y necesidades de tu pareja. La validación no implica estar de acuerdo, sino mostrar que comprendes su experiencia (Therapy Central, 2023).
  • Cuida el lenguaje corporal. Los gestos y la entonación comunican tanto como las palabras. Mantén contacto visual, asiente y evita distracciones. Recuerda que la mayor parte de la comunicación es no verbal (Lavner et al., 2016).
  • Identifica tus valores. Pregúntate qué tipo de pareja quieres ser: ¿cariñosa, sincera, comprometida? Usa esos valores como brújula para guiar tus respuestas, incluso en momentos de conflicto (Hayes et al., 2006).
  • Practica la aceptación. Aceptar no significa resignarse; significa reconocer la realidad tal como es para poder responder de una manera coherente con tus valores【228988165492894†L131-L151】.
  • Busca apoyo profesional. A veces necesitamos un espacio seguro para explorar nuestras heridas y aprender nuevas herramientas. La terapia de tercera generación, y en particular ACT, ofrece marcos sólidos y basados en evidencia para mejorar la comunicación y la intimidad en la pareja.

Si te sentiste identificado con Lucía y Marcos, no estás solo. La buena noticia es que puedes aprender a comunicarte de manera más efectiva y construir una relación más saludable. Te invito a dar el primer paso y reservar una cita conmigo. Juntos exploraremos tus patrones de comunicación, tus valores y tus objetivos de pareja para que puedas cultivar un “jardín” más resiliente y pleno. Contáctame a través de WhatsApp y programemos tu primera sesión.

Recurda: todos merecemos sentirnos escuchados y amados. Tú también.

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